Monseñor Domingo Salvador Castagna habló con el conductor del programa La Otra Campana, que se emite por LT7 de la Capital provincia y LT25 de Curuzú Cuatiá, con la conducción de Rubén Duarte, quien le consultó sobre la fecha más trascendente de la Iglesia, la Pascua de Resurrección de Jesús, en el contexto especial que se celebra por la pandemia del coronavirus, temas sobre los cuales el Arzobispo emérito se refirió con sencillez y contundencia.
-Ya está en línea el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna. ¿Cómo le va, monseñor? Rubén Duarte lo saluda...
-Mayor gusto. Un gran saludo para el día de hoy. Feliz día para todos.
-Igualmente. Que usted tenga un feliz día. Hoy celebramos en el mundo entero el día de la Resurrección, día de fiesta para los cristianos.
-Sí. Por ahí lo tenemos que celebrar como aquellos primeros que no estuvieron de fiesta precisamente ¿no?
-Yo quería, en principio, un mensaje y una reflexión antes de la bendición. Estamos celebrando, como usted bien lo decía, una Pascua diferente ¿no? A propósito de esta pandemia que nos
está azotando.
-Exactamente. Yo creo que es muy importante tener presente eso. Estamos celebrando la vida con la Resurrección, pero en un ambiente donde la vida está amenazada de alguna manera, a través de esta pandemia dolorosa e inédita en nuestra historia. Yo creo que hoy amanece la vida después de una aparente victoria de la muerte. Cristo muere en la cruz, el Verbo se hace carne para devolver la vida a los muertos en el fondo, para que la muerte, ocasionada por el pecado, fuera definitivamente vencida como lo es en Él.Por eso, recuerde usted muy bien que Jesús, hablan- do con Marta de Betania, cuando resucita a Lázaro, dice: "Yo soy la resurrección y la vida". Esa manifestación se produce cuando todos en ese momento, incluso sus más cercanos discípulos, son impactados por su muerte en la cruz. Al resultar su cuerpo horrendamente desfigurado durante la pasión, convence al mundo que es Él la resurrección y la vida; que restituye la vida a los muertos; por lo tanto, a aquellos que la han perdido, que son todos. Por eso lo dice San Juan en el Evangelio: "El que cree en mí, aunque muera, vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá ja- más". En lo sucesivo y ante el anuncio de esa verdad inocultable, la Iglesia tiene que proclamarla permanentemente y los fieles la tienen que testimoniar a través de su propia vida. Muchos creerán en Él y volverán con Él a la vida para siempre a través de la Resurrección. Es interesante porque, lo recuerda el Evangelio de Mateo, en primera instancia no son los varones quienes reciben el encargo de transmitir la noticia buena de la Resurrección, sino aquellas piadosas mujeres que vieron morir a su Señor y acompañaron su cadáver hasta la sepultura. Y allí, con ellas, estaba la Vírgen María, nuestra madre. El amor y la compasión conducen a aquellas mujeres al sepulcro y son sorprendidas por el acontecimiento mismo de la Resurrección de Cristo. Dice Mateo también: "De pronto se produjo un gran temblor de tierra, el Ángel del Señor bajo del Cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella´´. Ese es un poco el hecho, es un hecho histórico indiscutiblemente. Por más que lo quieran leer e interpretar de otra manera aquellos que no creen o se oponen a la Fe de alguna manera. Esto es así, es la realidad, no lo podemos negar y tenemos que dejarnos tocar interiormente esa verdad.
-Esta Pandemia, a ver si usted coincide conmigo, tiene algún lado positivo, aunque parezca antipático decirlo. ¿Va a servir para lograr una mayor solidaridad y amor entre los hombres?
-Yo creo que se va a dareso. El hombre tiene que sentirse, de alguna manera, interpelado por esta realidad. De alguna manera, en los males siempre todo ser humano es víctima, pero también es causante de alguna manera. Por eso, para neutralizar tanto mal, es preciso recomponer a su protagonista. Hacer efectiva la Redención Hoy celebramos la Pascua, lo que celebramos en el fondo es la redención que necesitamos de Jesús Cristo, nuestro Redentor, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, decía el Bautista ante sus discípulos.Por eso es muy importante la recuperación de nuestra salud; de alguna manera depende también de su presencia activa en nuestras vidas.Por eso me parece muy bien lo que usted dice. Y para poder entender lo que el acontecimiento nos dicta, tenemos que tener humildad y corazón. Reconocer donde está la verdad. Y también para confesar el error, donde está el error.
-Monseñor Castagna, lo escucha todo el Nordeste argentino; por favor, para finalizar este repor- taje, quiero pedirle su bendición.
-Cómo no, una bendición pascual. No es una bendición Urbi et Orbi, como el del Papa, porque yo no soy el Papa, pero en nombre de Jesús y de los Apóstoles, de los cuales soy sucesor por ser Obispo, quiero darles a todos, a toda su audiencia y aquellos que no nos escuchan, una enorme bendición. Que la bendición de Dios Todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Y feliz Pascua de Resurrección.
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