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Psicólogo especialista advierte sobre el riesgo de minimizar el consumo problemático

  • infoduartedigital
  • 6 may
  • 4 Min. de lectura


La adicción constituye una enfermedad progresiva de alcance mundial, que requiere intervención profesional y un abordaje riguroso desde la psicología clínica. Así lo señaló el psicólogo Víctor Chaín, especialista en rehabilitación de adicciones, durante una entrevista en el programa “Aire de Radio”, emitido por InfoDRadio 106.3 FM y conducido por Lorena Encina.


El especialista advirtió que el fenómeno de las adicciones no está circunscripto a un país o región, sino que responde a una problemática global que atraviesa fronteras. “Este mal que estamos viviendo a nivel mundial no se reduce a una sola región”, advirtió. 


El profesional señaló que atiende a familias provenientes de otros países de América Latina, como México y Perú, en busca de tratamiento especializado.


“El primer paso es no negar la realidad”, afirmó Chaín, al referirse a la necesidad de asumir el problema en el seno familiar. En este sentido, advirtió sobre la tendencia a minimizar o negar los síntomas, lo que impide un abordaje temprano y adecuado. Subrayó que la adicción “no se cura con consejos ni con voluntad” y que es indispensable recurrir a un tratamiento psicológico específico.


El profesional explicó que el consumo problemático está profundamente relacionado con emociones como la angustia, la ansiedad o el miedo. En lugar de resolverlas, el adicto busca evadirlas mediante el consumo, generando un alivio inmediato pero transitorio, que luego deriva en un agravamiento de los síntomas emocionales.


EL ROL DE LA FAMILIA Y LA NEGACIÓN DEL PROBLEMA


Víctor Chaín dedicó una parte importante de su exposición a señalar los mecanismos de defensa habituales en los núcleos familiares. “La política del avestruz” —como llamó a la actitud de ignorar el problema— conduce a consecuencias graves. “Las consecuencias se van a imponer igual, por más que uno las vea o no”, afirmó.


El especialista llamó a las familias a evitar justificaciones como “es la mala junta” o “ya se le va a pasar porque está en la adolescencia”. Según indicó, estas expresiones encubren la verdadera magnitud del problema y postergan su tratamiento.


Chaín advirtió que la familia debe asumir una posición activa y responsable, sin caer en la culpa, pero sí en la toma de conciencia. “Hay que diferenciar la culpa de la responsabilidad”, explicó, remarcando que muchas veces los adultos no actúan con dolo, pero su falta de intervención oportuna puede favorecer el avance de la enfermedad.


En este marco, el psicólogo insistió en que la familia debe intervenir desde el primer síntoma. “Es clave reconocer la gravedad de la situación desde el primer momento”, señaló, y destacó que el abordaje debe realizarse con apoyo profesional.


También apuntó que el entorno familiar puede funcionar como un obstáculo o como un recurso fundamental en el proceso terapéutico. “Cuando se niega el problema, se refuerza el circuito del consumo”, advirtió.


UNA PATOLOGÍA IMPULSIVA Y DE RAÍZ EMOCIONAL


Víctor Chaín explicó que el sujeto adicto no actúa desde la racionalidad, sino desde el impulso. “El adicto es una persona que actúa, que se deja llevar de manera inconsciente por la angustia”, detalló. La función del tratamiento psicológico consiste en frenar esa impulsividad y promover la reflexión.


“El tratamiento busca que el paciente deje de consumir para empezar a pensar”, sostuvo. Este paso es fundamental para comprender las causas emocionales del consumo, que suelen estar ligadas a sensaciones persistentes de vacío, dolor, ansiedad o frustración.


Chaín describió el proceso como un círculo vicioso: el adicto consume para aliviar un malestar, pero el alivio es momentáneo. Luego, los síntomas retornan con mayor intensidad, lo que empuja nuevamente al consumo.


“Va cayendo cada vez más en un pozo de desolación, de tormento”, expresó, y explicó que la paradoja es que el mismo elemento que causa el sufrimiento —la droga— es al que la persona vuelve para encontrar consuelo.


En este ciclo destructivo, los desenlaces pueden ser extremos. “Hospitalización, cárcel o muerte”, advirtió, y señaló que estos son los destinos posibles si no se actúa a tiempo con la seriedad que el problema demanda.


LÍMITES, SOBREPROTECCIÓN Y FUNCIONES PARENTALES


Uno de los conceptos centrales expuestos por Chaín fue el “déficit de la función paterna”. El psicólogo explicó que muchos padres actuales tienen dificultades para establecer normas claras y límites consistentes. “He hablado con padres que dicen: ‘con una sonrisa me puede’”, ejemplificó.


Este tipo de sobreprotección, según el especialista, impide que los jóvenes desarrollen herramientas psíquicas para enfrentar la angustia o el esfuerzo. Al no haber sanciones o límites claros, el sujeto queda desamparado frente a sus propios impulsos.


“La función paterna es la que permite poner un freno al goce desmedido”, indicó, y remarcó que su ausencia genera una vulnerabilidad subjetiva que puede desembocar en consumos problemáticos.


El profesional subrayó que la autoridad no debe confundirse con autoritarismo, sino con la capacidad de acompañar al joven en el establecimiento de un orden simbólico que le permita tramitar la frustración.


Chaín también se refirió a la necesidad de revisar los vínculos familiares sin caer en culpabilizaciones estériles. “No se trata de buscar culpables, sino de asumir responsabilidades”, afirmó, subrayando la importancia de que las familias reconozcan el problema desde el inicio, dejen de minimizar sus causas emocionales y asuman un rol activo en el tratamiento. 


 
 
 

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